Catorcemeses después y a muchos miles de kilómetros, Chile se aventuró enimitar la proeza norteamericana de Woodstock con un festival gratuito.Nadie tiene bien claro quién tocó, cuándo ni cómo, pero se llamó PiedraRoja, y concentró a la juventud chilena en torno a los mismos idealeshippies de su contraparte americana. Tuvo dudosos resultados y, a estasalturas, su historia tiene mucho más de leyenda que de evento real.
2mil jóvenes, versus más de 400 mil. Tres artistas confirmados, de loscuales sólo se tiene registro de uno, versus más de treinta. En lugarde Woodstock lo apodaron Piedra Rajá, porque el lugar poseía una rocacon una ranura. Se popularizó como Piedra Roja, producto de un errorlingüístico de la prensa de la época, y tuvo como máximo mérito elhaber sido el primer evento de su tipo realizado en el país.
Todopartió a mediados de 1970 cuando Jorge Gómez Ainslis, alumno del Liceo11 de Las Condes, vio el documental Woodstock de Michael Wadleigh.Entonces, junto a un grupo de compañeros de colegio, decidió hacer unaversión criolla del festival. Un ejecutivo del Hipódromo Chile, llamadoLuis Rosselot, les prestó un sitio en el sector de Los Dominicos y concheques de la mamá de Gómez pagaron a Chilectra por la iluminación. Elescenario provino de una importante marca de bebida de gaseosa, acambio de poder instalar casetas de venta en el terreno. Los jóvenesliceanos tapizaron Providencia y el Parque Forestal con afiches queanunciaban un festival musical para el 10, 11 y 12 de octubre.
Peroal llegar, los músicos se encontraron con un escenario de seis por tresmetros, iluminado por ampolletas de 100 watts. Algunas bandas delmomento, como Lágrima Seca, Ripio y Los Blops, tocaron durante horas,sin que nadie las hiciera salir. Incluso, muchos de los gruposinvitados ni siquiera alcanzaron a presentarse. Aguaturbia fue una deellas: “Nosotros y Eduardo Gatti no pudimos tocar por el desorden.Había que bajar a los demás artistas con papeles prendidos delescenario. Además nos daba miedo que nos robaran los equipos”, recuerdaCarlos Corales, miembro del legendario cuarteto psicodélico. Laidentidad de los demás participantes no está clara porque nunca hubo unprograma oficial.
Entotal, se cree que fueron alrededor de dos mil los jóvenes queasistieron a Piedra Roja, unidos por la música y atraídos por lasconsignas de amor y paz de los hippies. “Creemos ser una etapa detransición entre dos culturas: una moribunda y otra apenas por nacer”,declaró un chico a El Mercurio el 13 de octubre de 1970. Pero lo ciertoes que más que un festival de la canción, fue un evento de excesos ydisturbios. “Los muchachos se escondían en matorrales y fumabanmarihuana”, cuenta Carlos Corales. Incluso hubo algunos que sededicaron a robar, trasformando el espectáculo en un “escandaloso hechopolicial”, según El Mercurio de la época.
Encuanto al ambiente, no parece haber sido mucho mejor: “Fue undespelote, un invento que alguien hizo y que no sirvió de nada. Erancomo 50 centímetros de escenario lleno de pura gente tocando bongós. Nose parecía nada a lo que salía en Palomita blanca”, recuerda CarlosCorales. Mientras, Miguel Piñera afirma: “Fue algo lamentable, conmuchas fallas de sonido. Intentaron ser como Woodstock, pero noanduvieron ni cerca, faltó mucha producción”. Piñera fue a Piedra Rojacomo público, un año después de haber ido al festival norteamericano,pero dice no tener mayores recuerdos del evento: “Yo estuve un rato nomás y me fui. Aunque, pese a todo, lejos Los Jaivas fueron lo másgrande”.
Se sabe, por registroscinematográficos, que Los Jaivas, quienes aún no habían lanzado suprimer disco y estaban dedicados por esos días a largasimprovisaciones, fueron los últimos en pararse sobre el escenario.Claro que no estaba planificado que fueran los últimos: tuvieron quesalir cuando Carabineros emitió una orden de desalojo del lugar. Así escomo el Woodstock a la chilena terminó de improviso el domingo en lamañana, con camiones llenos de garrafas, borrachos que se esparcían porlos pastos y un lanzallamas que por accidente incendió un par deárboles.
Piedra Roja se transformó enuna leyenda. Mientras en algunos sitios lo consignan como un hito deiniciación del rock nacional, los medios lo transformaron en un símbolode rebelión juvenil, delincuencia y drogas. Otros, como EnriqueLafourcade en su novela Palomita blanca, lo presentaron como una buenacopia de Woodstock, de escenario amplio y gran mística. Todas estasversiones sólo contribuyen a que el mito continúe hasta hoy,especialmente por la gran cantidad de misterio que rodea el festival ylos difusos recuerdos de quienes en él participaron.
Para ver más fotos de
Piedra Roja, visita el archivo de Paul Lowry
http://www.flickr.com/photos/paul_lowry/
