El festival del rock eterno

Detúnica naranja, pantalones blancos y con guitarra en mano, RichieHavens se tomó el escenario. Lo observaban miles de jóvenes, se estimaque 200 mil, que venían llegando desde la mañana de ese viernes a loscampos de Bethel. Las carreteras estaban atochadas: algunos optaron pordevolverse, pero la mayoría optó por dejar el auto y caminar. Ni elgran tráfico ni las nubes que amenazaban con lluvia impidieron que el15 de agosto del ’69, alrededor de las cinco de la tarde, empezaran lostres días de paz y música.

Una chicade pelo corto debía abrir el festival, pero Joan Baez y su voz sedemoraban en llegar. Ya llevaban más de dos horas de retraso y losorganizadores tenían que elegir: un drogado Tim Hardin o un lúcido ypreparado Richie Havens. El cantante de folk afroamericano fue,finalmente, el encargado comenzar el concierto, y cantando “Freedom,freedom” conquistó a los presentes.

Luegode Havens, un milagro apareció del cielo. Gracias a un helicóptero, elresto de los músicos finalmente llegaron a la cita por la paz. Lo quesiguió fueron horas y horas de música, previa bendición del gurú indioSwami Satchidananda. La banda Sweetwater llenó el campo de susicodelia, acompañado de otra guitarra y un bajo Bert Sommer deleitó alos oyentes con “Jennifer”, y así, fue el turno da otros cinco artistas.

Pocoa poco el sol se empezó a esconder y comenzaron a caer las primerasgotas. El terreno estaba plagado de jóvenes que habían llegado atraídospor el mensaje anti guerra de Vietnam. Además, casi nadie tuvo quepagar los casi US$20 que costaba la entrada, pues eran muchos más delos 100 mil esperados y el enrejado no dio para contenerlos. “A lot offreaks”, exclamó en medio de su show el cantante Arlo Guthrie. La granmasa que no paró de cantar y bailar en ese día plagado de folk.

Finalmente,bajo un cielo totalmente oscuro y lluvioso, y apenas iluminada por unosfocos, llegó uno de los números más esperados: Joan Baez. Se parófrente a la multitud; ella, su guitarra, sus canciones y sus mensajes:“We shall live in peace”, dijo mientras cantaba “We Shall Overcome”.Luego de tocar su repertorio, los presentes despidieron con aplausos ygritos a la cantante y, también, al primer día del Woodstock Music andArt Fair.

Lagran fiesta hippie del día anterior fue reportada por los medios comoun desastre vial, un antro de drogas y suciedad y como el centro de lacontracultura. Esa visión no estaba tan alejada de la realidad: elamanecer del sábado dejó al descubierto un barrial repleto de carpas,problemas de abastecimiento de agua y comida, y falta de asistenciamédica.

Pero a los espectadores pocoles importaban las condiciones en que estaban o qué pensaba el resto.El show debía continuar y así lo hizo. Más de diez bandas tocaron esedía a partir del mediodía. The Incredible String Band, CreedenceClearwater Revival, Janis Joplin, Sly & The Family Stone y The Whofueron algunos de los que aportaron la cuota de rock al festival. “Whatare we fighting for? /Don't ask me, I don't give a damn, /Next stop isVietnam”, cantaba Country Joe McDonald mientras los presentes coreabany aplaudían junto a él en contra de la guerra. El ritmo latino, conbongós, timbales y maracas, también estuvo presente en la guitarraeléctrica y voz de Carlos Santana y su banda.

Losvecinos de Bethel se contagiaron con el espíritu festivalero y ayudarona solucionar los problemas de abastecimiento. Algunos, por ejemplo,regalaron hamburguesas y bebidas. Así, todos, incluso los que llegaronese día, pudieron seguir disfrutando del espectáculo. A las ocho de lanoche ya habían tocado siete grupos y los asistentes ya sumaban más de400 mil.

Perola vida de todos ellos estaba en peligro: el cableado había quedadoexpuesto por la lluvia y la gran masa de personas podía morirelectrocutada si volvía a caer agua. La rápida reacción de JoelRosenman, uno de los organizadores, impidió la catástrofe: un eléctricoarregló el problema y la noche musical continuó. Ya de madrugada, fueel turno de Creedence, de Janis Joplin y su poderosa voz, y del exitososhow de Sly & The Family Stone.

“Quieroque todos prendan un fósforo”, dijo el animador. Miles de lucecitasaparecieron en la oscuridad de la noche, mientras empezaba a tocar elplato fuerte: el cuarteto inglés The Who. Vestido con una chaquetablanca con flecos Roger Daltrey cantaba “My Generation” y “Nacked Eye”mientras amanecía en Bethel. Ya era domingo, pero todavía quedaba laúltima banda del día anterior, Jefferon Airplane, que tocó a las ochode la mañana.

"Tenemospensado un desayuno en la cama para 400 mil personas”. Wavy Gravy, consu gorro de vaquero, se había tomado el micrófono. “Siempre hay unpedazo del cielo en un área de desastre”, dijo. Ya habían pasado dosdías de festival, y todavía quedaba energía para cantar y bailar.

Laúnica amenaza era que volviera a llover. Y así fue. El desconocido JoeCocker fue el primero en pararse sobre el escenario, alrededor de lasdos de la tarde de ese 17 de agosto. Apenas unos minutos después de queel cantante terminó su frenética interpretación de “A little help frommy friends”, su clásico cover del tema de The Beatles, comenzaron acaer las primeras gotas sobre los comensales. Ni los cánticos ni losgritos impidieron que se desatara una tormenta que suspendió el showpor varias horas.

Recién después delas seis de la tarde se reanudó el festival con la música de CountryJoe & The Fish. Cansados del frío, del barro y las malascondiciones, muchos de los jóvenes ya habían partido a sus hogares. Esono impidió que Mountain y Ten Years After fueran los siguientes enaparecer. Las mayores expectativas estaban en The Band, pues habíaesperanzas de que se presentara con su mentor, Bob Dylan. Pero Dylan, apesar de vivir en los alrededores de Bethel, nunca apareció.

Unapausa acústica vino de la mano de Crosby, Stils & Nash con temascomo “Marrakesh Express”, pero más tarde el mismo trío, junto a NeilYoung, se encargó de devolverle el rock y electricidad al festival. Yaera de madrugada, pero la función continuó. Jimi Hendrix fue el últimoartista de ese domingo –en rigor, del lunes 18, pues tocó después delas ocho de la mañana. Con jeans patas de elefante y un pañuelo fucsiaamarrado a la cabeza, tocando su guitarra mientras cantaba “Hey Joe”,Hendrix despidió el Woodstock Music and Art Fair.

Losartistas y espectadores se retiraron poco a poco. Muchos tuvieron quecaminar más de 20 Km. para llegar a sus autos. Sólo quedaron los que seofrecieron como voluntarios para limpiar el lugar.

¿Elsaldo de los tres días? Alrededor de 30 presentaciones de grandescantantes, músicos y bandas de la época. También grandes ausentes:además de Bob Dylan, otros como The Door, Jethro Tull y Led Zepellinrechazaron la invitación. Así y todo, fueron más de 400 mil laspersonas que llegaron a la cita. Se dice que el 90% de ellos consumiómarihuana, tres murieron y dos nacieron. El evento llenó las portadasde los diarios, resaltando la magnitud del desastre de la fiestahippie, pero a la larga, el festival de Woodstock pasó a la historiacomo el concierto más grande jamás hecho.